miércoles, 18 de agosto de 2021

No soporto los mensajes positivos.

 Tengo un problema. Al principio los médicos pensaban que tenía una enfermedad crónica autoinmune. Ahora solo tengo una enfermedad crónica. Ya no es autoinmune. Al parecer nací con ella, pero fue a raíz de una operación en la que me extirparon un tumor de la cabeza del tamaño de una pelota de pingpong  que requirió 10 horas de anestesia, lo que provocó que mi cuerpo se diera cuenta que tenía menos mitocondrias que el resto de la humanidad. Y: ¡Hasta el pensar me cansa! Y es de curso variable: hay temporadas  en las que me encuentro algo mejor y otras en las que estoy más afectado. Y cuanto más convivo con la enfermedad y más voy aceptando que tengo que convivir con ella y que no tiene cura, soy más consciente de que cada vez soporto menos los mensajes positivos. Esos enmascarados tras predicciones irrealizables del tipo: ”Cuando menos te des cuenta estarás haciendo mates otra vez”. Mamá, que para lo mío no hay cura. Da igual porque hay una creencia generalizada de que los mensajes positivos tienen un impacto beneficioso en el estado de ánimo. Pero es que no hay estudio alguno que avale esa teoría. Es una paradoja pero lo que parece obvio no siempre lo es. Así por ejemplo, la felicidad  (y esto lo explican mejor que nadie Edgar Cabanas y Eva Ellouz en su libro “Happycracia”). ¡¿Quién no quiere ser feliz?! Sin embargo la felicidad no es una virtud compartida por toda la humanidad, no en todo momento queremos tener a nuestro lado gente que nos haga sentir bien o cómodos. Hay momentos que necesitamos exponernos a argumentarios contrarios, algo de los mas enriquecedor tanto para  reforzar los nuestros, como para aprender e incluso para comprender que podemos estar equivocados.

Reconozco que era de los que casi a diario a la gente de mi equipo le mandaba un mensaje positivo, sobre todo en épocas más “apretadas”. Y ahora a toro pasado y viendo lo que me ha sucedido me pregunto si este tipo de mensajes positivos no serán más efectivos en la gente que menos lo necesita, es decir personas ya suficientemente motivadas y con la autoestima más alta y sin embargo, en las personas con menor autoestima puede tener un efecto más perjudicial

Soy, porque me incluyo, de los que al ver a alguien sufrir, mi intención suele ser querer ayudar. Y estoy aprendiendo que es mejor sentirme impotente antes que actuar erróneamente por ser simplemente bienintencionado. Es difícil entender a alguien que está sufriendo. Empatizar es supercomplicado porque no podemos evitar verlo todo del color de nuestros cristales. Es verdad que aunque cada uno tenemos más o menos capacidad de ponernos en la piel del otro, no podemos escapar de nuestra visión del problema y tendemos a menospreciar o mejor dicho subestimamos las emociones y sentimientos negativos de los demás, ya que nuestras predicciones estarán siempre condicionadas por nuestras circunstancias y estado de ánimo actuales, ya que en líneas generales nos cuesta imaginar cómo actuaríamos si estuviésemos en el lugar del otro.

Empiezo a pensar, por experiencia propia, que exponernos  a mensajes positivos o a casos de éxito, al contrario de lo que se cree, reduce la sensación de que estaremos así de bien, ya que tomamos como referencia nuestro estado actual cuando pensamos en estados futuros.

Con esto no digo que los enfermos debamos estar condenados a un mundo gris solo que “no todo vale. De hecho me contaban que  hay estudios que indican que referirse al cáncer como una “lucha” genera mayor malestar que si lo comparamos con un “viaje”, por ejemplo.

Con esto quiero decir, que no sé si lo estoy consiguiendo, que los mensajes positivos están bien siempre y cuando aporten metas tangibles y no inalcanzables por parte del receptor del mensaje. Quizás haya que mandar mensajes más moderados y específicos del tipo: “Qué bueno eres sugiriéndome libros “ que no del tipo: “Que bueno eres” Y es que somos muchos los que necesitamos mas soluciones y menos frases bonitas.

Espero haberme explicado y con esto explicarle a mi madre el por qué no me ayuda que me diga que: “Antes de los que pienso estaré haciendo mates con mi hijo en la cancha”. Porque nunca más volveré a hacer un mate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario